viernes, 7 de mayo de 2010

También me acuerdo, Paco, años después - ¿cuatro? ¿cinco?- de la casa clandestina por el barrio de Constitución donde nos reuníamos a veces. Y del gesto que me hiciste - pulgar derecho hacia abajo, como los emperadores de Roma - cuando me abrías la puerta esa vez que me tenías que anunciar que la organización me mandaba a Europa, al exterior. Ni vos ni yo queríamos que yo me fuera. Ya se moría menos de muerte natural y ninguno de nosotros quería irse del país, de eso que había empezado en el país.Y después, te mataron. Te ibas volviendo cada vez más hondo para entonces, más alegre y humano. Sigo pensando, hace años que lo pienso - ¿cuatro? ¿cinco? - que era mejor que te mandaran a Roma a vos.
Ahora estarías haciéndote de comer en tu casita, recordándolo al Moro, recordándome, lejos, cerca.No me quiero morir en lugar tuyo, aunque a veces quisiera estar en tu lugar. Lo que pasa es que una vez me dijiste que ibas a vivir ochenta años, y yo te creí. Y todavía te creo.

Juan Gelman, Roma, 29-5-1980