domingo, 9 de septiembre de 2007

Ya van

cinco meses sin fumar tabaco.


Y cuantas son las ganas de sentir una bocanada de humo en la boca, que baje por la garganta, que salga otra vez, sentir ese gustito tan marlboro box, que vuelva a la mano izquiera entre el primer y segundo dedo bien abajo, ahí cerca de la palma, que pose en el cenicero, que lo busque para otra seca, que el humo forme ese hermoso zigzag, que se vaya quemando, que otra vez inhale y se consuma, despacio, con ganas.

Un cigarro. Un marlboro box. La estética. Un cigarro, sí quiero.
No voy al super hace tres meses. Eso significa: como delivery, no tengo leche para mi cafeconleche, galletitas ni hablar, menos que menos juntables para hacer algo de comida decente, nada rico en la heladera, no puedo deslumbrar a ningún busca, ni tampoco bajonear como es debido.
Mi casa huele a quilombo.