martes, 8 de mayo de 2007


Me levanté, leí el diario, un cafe con leche y unas tostadas. Entre las cosas para la facu pienso en ir a hacer las compras porque la heladera lloraba de angustia por el hielo, la mayonesa y al agua en botella de 330 que era lo único que guardaba.
Entonces salgo al chino a una cuadra y media, agarro el chango, recorro, elijo entre el mejor precio, pero como me embola tardar mucho, tampoco elijo tanto. Paso por el carnicero desagradable que, como hoy estaba con su mujer, no se detuvo en su -muñeca linda, como andas? con comentarios sobre el frío, Maradona, el peso cincuenta que le agregó al roast beef, lo bien que andaba con Menen y demases insoportbales pero obligatorias charlas supermercadiles. Cuando llego a la cola me miran con cara de -vos sóla no podés con todas esas bolsas. Pero llego a casa con ocho que pesan mal. Pero llego. Subo, guardo lo que necesita heladera. Cuanod intento poner eso que da olor al inodoro para que no de tanto olor a inodoro, se me rompe brsucamente el palito que lo engancha y en un frsutado intento de arreglar el plástico con cinta, me río sóla y me doy cuenta que se rompió y que perdí dos pesos. (ah, el que salía tres pro algo era).
Bajo otra vez, salgo, ahora a la verdulería, la cuenta dice 25.70, quién dijo que era barata la fruta?. Vuelvo, la cocina se llena de bolsas, y tengo que salir otra vez, a la librería, necesito afiches para la clase, paso por la veterinaria y me llevo a Mao bis y a Pancho, dos nuevos integrantes de la pecera.

Es así que me pregunto, después de tener una mañana tan amante de casa, porqué mierda no le pido a alguien que me acompañe a hacer las compras así evito salir tres veces en vez de una y no tardo el triple ni cargo el doble?