jueves, 5 de noviembre de 2009

hace un tiempo que, viajando en subte y mirando hombres, me pregunté porque carajo no me gustaban todos.
sería más fácil, pero, en realidad me gustan muy pocos.
Podría decir, de hecho, que me gustaron pocos y que estuve con muchos.
porque si de besos, salidas y excesos se trata, soy mandada a hacer.
el problema está en el continuado, en la sensación que dejan cuando cierro la puerta y subo las escaleras.
en el continuado no pasa casi ninguno.
(y en ese casi entran, con los dedos de una mano, algunos que cachetearon al coure, otros que lo acariciaron, algun mentiroso, algun amante incondicional, y algun que otro perdido por el mundo.)
entonces, evidencias acompañan, me pregunto que tiene que tener un hombre para que permaneza en el continuo.
pero como no estamos en los clasificados de clarín, ni en una pelicula con final feliz, y soy sola, esta noche se merece una cerveza un quía que sabemos que no entra en el continuo, pero que es la cachetada que me ubica en tiempo y espacio.